sábado, 11 de mayo de 2013

Preparativos


Parece que el tiempo vuelve a darnos un respiro, perfecto para la tarde de comuniones que nos espera.
Precisamente preparando el equipo para dentro de unas horas, se nos ha ocurrido hacer esta pequeña entrada para, aparte de redimirnos de la poca actividad que tiene el blog ultimamente (y hacer proposito de enmienda respecto a ello), compartir una parte de nuestro trabajo que no suele ser demasiado conocida.
 Hablando con personas que conocemos, muchas se sorprende del tiempo que dedicamos a la preparación del equipo antes de cada encargo. Parece que es cosa de coger la mochila, salir de casa, y ponerse a disparar.
 Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la fotografía es una disciplina eminentemente tecnológica, y las posibilidades de error, elevadas, por tanto una buena preparación es fundamental para conservar el equipo en óptimas condiciones.
 Como en otras muchas cosas, aquí "cada maestrillo tiene su librillo", nosotros lo que hacemos es dividir la preparación del equipo en tres pilares bien diferenciados e igualmente importantes:


 Iluminación, Cámara y Ópticas



 El proceso empieza tiempo antes del día del evento, ya que hay que tener en cuenta el periodo de carga de todas las baterías, algunas de bastantes horas (Especialmente las pilas híbridas de flashes y transmisores). Tanto flashes, disparadores por radiofrecuencia, y evidentemente las cámaras tienen que tener un suministro óptimo de energía.
 Luego toca revisar el estado general de flashes, trípodes y paraguas, y comprobar la configuración de los flashes, así como el correcto funcionamiento de los disparadores.

 Una vez dado el visto bueno, pasamos a las cámaras: Evidentemente ya tenemos asegurada la energía de la misma, así que hay que comprobar la configuración adecuada para el tipo de encargo al que nos dirigimos. Los parámetros deben ser coherentes, y constantes entre los distintos cuerpos de cámara, para asegurar un manejo ágil, y facilitar la clasificación y el procesado posterior de las imágenes. Medición, tipo de formato, modo de enfoque, ajustes de imagen, etc. algunos cambiarán sobre la marcha en función de las condiciones de disparo, mientras que otros permanecerán constantes en casi todos los trabajos que realicemos.

 Tan fundamental como tener energía en la cámara, es comprobar que las tarjetas están vacías y en perfectas condiciones de trabajo.

 Pasamos ahora a la parte más física: Limpieza externa de la cámara y limpieza interna. La primera no tiene ningún secreto, pero la segunda es esencial:
 Desmontamos la pantalla de enfoque (Tema pendiente para otra futura entrada) con sumo cuidado, y con una pera de goma se sopla suavemente, hasta dejarla lo más perfecta posible. Aunque la pantalla de enfoque no afecta directamente a las fotografías, sí es una molestia trabajar con una sucia, por lo que creemos que es una detalle importante. Y ahora vamos al punto fundamental, que es la limpieza del sensor. Aunque los sistemas de limpieza integrados han mejorado mucho a lo largo de los últimos años, no son perfectos, y pocas cosas hay tan molestas como tener que clonar una o varias motas de polvo a través de cientos de imágenes. Por ello es importante comprobar que el sensor esté limpio, y actuar en consecuencia en caso de no ser así.

 Por último, tenemos los objetivos, que son la pieza fundamental de todo equipo fotográfico. No necesitan excesivo mantenimiento, con lo que una limpieza externa del cuerpo, una limpieza a los filtros de protección, y unos pequeños soplidos con la pera para eliminar la posible suciedad en los elementos frontal y trasero, suelen ser suficientes.

 Y esto es, en grandes rasgos, un poco los preparativos que hacemos antes de cada sesión. Con el tiempo se ha ido convirtiendo en un ritual, un mantra que nos anuncia los que llegará unas horas después.

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